12 Compases

Cuando publiqué el post anterior dudé entre dos textos. Como no me gusta quedarme con ganas de nada, he decidido rescatar el otro de las garras del olvido y traerlo también hasta aquí. Son contemporaneos, solo que este además cuenta una "historia", y de nuevo, el final me encanta. Espero que a vosotros también.

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Ahora dices que me amas, y una parte de mí quisiera creerte, esa parte inconsciente, infantil, y asustada. La inocencia agoniza en los pliegues de mi cuerpo, y el tiempo la erosiona con esencia de azahar.

Ahora me suplicas que me vaya, y una parte de mí quisiera olvidarte. Esa parte que crepita como ascuas en la hoguera. El rencor brota en los surcos de mi piel, en primavera, y florecen las entrañas del odio una vez más.

Ahora me pides que te nombre, y una parte de mí quisiera no mentarte, evitar conjurar tus labios deleitándome, acallar la voz que retumba en mi cráneo, perforándome.

Una parte de mí se entrega a la luna. Madre y amante de locos soñadores. Perdidos, solitarios, víctimas del mal de amores, suicidas, somnolientos, compañeros de ilusiones.

Y aunque tus ojos dibujen mi nostalgia desnuda, cubierta de rocío y polvo de estrellas, y mis manos hambrientas escarben el vacío, ese brillo tardío en tus pupilas me recuerda que, bajo los pétalos de tan delicada amapola, se esconde la peor las tormentas.

“Marioneta de hilos transparentes. Baila, baila, al son de mi canción. Postrera se acerca la hora en que el invierno te encuentre sentada en el gran salón.

Marioneta, mi hermosa marioneta. No temas venir junto a mí, pues juntos la vida es eterna y las noches más bellas que la flor del alhelí.

Marioneta de trajes de seda, juega conmigo al juego del amor. Que en la noche que llega esta noche, nuestros cuerpos se enreden entre sábanas de algodón.”

Y la marioneta creyó tu soliloquio. Tus palabras germinaron en mi yo interior. Y aquella mañana, cuando el sol se coló por la ventana, solo hallé el hueco de tu perfume en mi colchón.

Por ti entregué mi vientre a lobos famélicos. Por ti me di de bruces contra muros de hormigón. Por ti rasgué mis vestiduras, y como un perro faldero seguí tu rastro, para acabar al término arrastrado por los suelos.

Por ti cometí perjurio. Por ti vendí mi alma al peor postor. Por ti lo abandoné todo a cambio de nada, y sembré mi camino de desolación.

Ahora dices que me amas, y una parte de mí quisiera creerte... Pero es tarde. El veneno de tu copa fluye por tus venas como fluyó una vez la vida que tú me arrebataste.

Leyendo viejos textos, escritos, relatos, poemas... se me ha ocurrido rescatar este del reverso tenebroso y traerlo hasta aquí. No es de los mejores, ni tan siquiera creo que sea bueno. No tengo muy claro en qué pensaba cuando lo escribí, hará año y medio, y aun hoy sigo sin saberlo, pero me encanta la última estrofa. Bueno, espero que os guste.

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Roto, como una vieja muñeca de trapo.
Ajado, como un macabro vestido de bodas.
Vahído consecuencia del vértigo, inocuo
testigo de esa agobiante, triste oscuridad.

No ver la luz al final de este túnel sin fin.
Vagar entre tinieblas palpando los recuerdos,
náufragos en la memoria, aullando tu auxilio.

Y mi voz en el exilio, periplo incierto
a la muerte. Son tus manos la soga alrededor
de mi cuello. Llagas que supuran en mi corazón

hasta quedar sin aliento. Y en esta hora fatal,
fatídica e incierta le ruego a Dios tenga
piedad de tu alma, pues la mía ya fue condenada

mucho antes de nacer. Estaba escrito que habría
de lavar tus pecados y los míos en sangre y hiel.
Pero nadie me explicó que debiera hacerlo solo.

Roto, como una vieja muñeca de trapo.
Cansado de morir sin tu aliento en mi boca.
Queda un día menos para alcanzar el patíbulo,
y mi mortaja es tu rostro en una sábana...
... también rota.

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