12 Compases

Un niño de doce años acaba de darme una lección sobre la vida, y yo que creía haberlo visto todo... Hablaba con una amiga por messenger acerca de un asunto que vengo arrastrando hace un tiempo, y que aun me trae de cabeza algunas veces (cada vez menos, gracias a Dios), cuando en medio del desahogo mi amiga me responde: "mi hijo me dice que te diga que en ocasiones veo nicks". De repente la respuesta a todas mis preguntas apareció por sí sola, se me dibujó una sonrisa en la cara como hacía tiempo que no la sentía, y empecé a reír a carcajadas.

Se trata de una frase que tenía yo puesta hace un mes o dos en el messenger y que al muchacho le había hecho gracia. El niño, que de tonto no tiene un pelo, hoy me vio cabreado y trató de animarme recordándomelo. Eso sí es tener la palabra adecuada en el momento preciso. Ha sido como si me provocaran un reset y todo mi punto de vista cambiara de golpe. Me explico.

La realidad como tal no existe, como concepto tal vez, pero no como algo universal, no es equiparable a la famosa ley "los ángulos de un triángulo equilátero suman 180º", que es necesariamente universal puesto que si sumaran otra cosa ya no sería un triángulo equilátero. No, la realidad no es universal, es particular, inherente al individuo, y como tal mutable. Es como siempre digo: "si nada parece tener sentido es porque probablemente hayas estado equivocado". Siendo así solo resta cambiar el punto de vista, haciéndolo alteras toda la perspectiva, la línea de horizonte sigue siendo la misma, pero la vista global del conjunto es diferente. El chaval, sin quererlo, me dio un nuevo punto de vista, reconstruí inconscientemente el conjunto y el resultado cambió, y con él la toda la realidad concerniente a este asunto. ¡¡Y todo en cuestión de unas décimas de segundo!!

Bueno, supongo que a estas alturas os estaréis preguntado si me he fumado algo en mal estado. No, a parte de llevar tres días doblando turno, yendo de la cama a la oficina y de ésta a la cama, y alimentándome de cafés y sandwiches de máquina, no he ingerido sustancias psicotrópicas… Pero ahora mismo me siento genial, relajado, seguro de mí mismo, como si hubiese recuperado el control de mi vida. Sé que no es así, porque solo podemos controlar aquello que abarcan nuestros brazos, pero ahora mismo podría comerme el mundo, y todo gracias a este muchacho del que, por cierto… ni siquiera sé su nombre.

Pues bien, pequeñín, a partir de ahora eres mi Oráculo, y a ti te dedico este post, para que, por mucho que maduremos, y por muy jodidas que se pongan las cosas, nunca dejemos de ver nicks. :)