La Víspera del... II
viernes, 31 de agosto de 2007
Rachel
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Nunca nadie le escribió versos de amor, ni ella se dejó seducir por el circo de eufemismos que envuelven el día a día. En sus ojos las esmeraldas permanecían ocultas por un velo, y sus mejillas encharcadas del rubor de la experiencia.
Su nombre era Rachel, antes había tenido otros. En el pasado, donde el asfalto de los callejones no olía a goma quemada sino a orín, y la luna no lucía gargantillas de neón. Había sido joven una vez, despreocupada y risueña, luego el tiempo hizo mella, y los acontecimientos cincelaron su semblante. Había sido vieja después, con arrugas en su rostro inmaculado, solo apreciables en el tacto envenenado de sus palabras.
A pesar de aquello su sonrisa era sincera, y no por ello ingenua. Su sonrisa había sido cosida a retales por la vida, como piezas de distintos puzzles que se unen para construir algo bello. Una sonrisa única, sabia, una sonrisa con el dulzor de una amargura empapada en esperanza. Sabía mejor que nadie que se puede perderlo todo, aun cuando no se tiene nada, y a veces nada es una posesión muy valiosa.
Su alma latía en lo más profundo de la ciudad, un alma vieja, bajo los pasos apresurados de la gente, al compás del ruido del tráfico, a través de los cables de tensión, de los postes de la luz, y dentro de su pecho. Un alma que había hallado un hueco pequeño, pero confortable, cálido, y virgen. Entonces oscureció, y las tinieblas se apoderaron de sus días tomándolos uno a uno, devorándolos lentamente, consumiéndolos por completo, y hasta la nada le fue arrebatada.
Rachel despertó en la cama de un hospital, tras un coma por sobredosis. Despertó sin saber dónde estaba, qué había pasado, cómo había llegado allí, y con un porqué tatuado en su frente. Solo sabía que se llamaba Rachel, y que no siempre fue así. Pero había vuelto a nacer, y un nombre puede forjar de nuevo a una persona; porque se empieza por un nombre y luego se construye todo lo demás. Un nombre puede redefinirlo todo.
No había rastro alguno de arrugas en su rostro ni en sus palabras, la juventud se filtraba en el torrente sanguíneo, como antes lo había hecho la morfina, y un nuevo día comenzaba a clarear. Un comienzo tras un largo intermedio. Una oportunidad para cambiar el mundo, su mundo, nuestro mundo. Borrón y cuenta nueva.
Pero el destino, que si bien no rige los acontecimientos sí conoce sus entresijos, sabía que nada es tan sencillo como pasar página y comenzar de cero. El destino sabe que los cabos sin atar desembocan en nudos alrededor del cuello, que el peso del devenir termina por cerrar tarde o temprano. El pasado es de andares lentos pero constantes, y fluye en línea recta, mientras que el presente da vueltas y vueltas sobre sí mismo. Así, llega un momento en que pasado y presente cruzan sus caminos, y la realidad se distorsiona, tambaleándose, fluctuando, arrastrando los cadáveres de la memoria que exigen el justo pago por la afrenta del olvido.
Y cuando los nudos se cierran, y pasado y presente enfrentan sus miradas, y el universo fluctúa, se producen encuentros inesperados.
Su nombre era Rachel, antes había tenido otros. En el pasado, donde el asfalto de los callejones no olía a goma quemada sino a orín, y la luna no lucía gargantillas de neón. Había sido joven una vez, despreocupada y risueña, luego el tiempo hizo mella, y los acontecimientos cincelaron su semblante. Había sido vieja después, con arrugas en su rostro inmaculado, solo apreciables en el tacto envenenado de sus palabras.
A pesar de aquello su sonrisa era sincera, y no por ello ingenua. Su sonrisa había sido cosida a retales por la vida, como piezas de distintos puzzles que se unen para construir algo bello. Una sonrisa única, sabia, una sonrisa con el dulzor de una amargura empapada en esperanza. Sabía mejor que nadie que se puede perderlo todo, aun cuando no se tiene nada, y a veces nada es una posesión muy valiosa.
Su alma latía en lo más profundo de la ciudad, un alma vieja, bajo los pasos apresurados de la gente, al compás del ruido del tráfico, a través de los cables de tensión, de los postes de la luz, y dentro de su pecho. Un alma que había hallado un hueco pequeño, pero confortable, cálido, y virgen. Entonces oscureció, y las tinieblas se apoderaron de sus días tomándolos uno a uno, devorándolos lentamente, consumiéndolos por completo, y hasta la nada le fue arrebatada.
Rachel despertó en la cama de un hospital, tras un coma por sobredosis. Despertó sin saber dónde estaba, qué había pasado, cómo había llegado allí, y con un porqué tatuado en su frente. Solo sabía que se llamaba Rachel, y que no siempre fue así. Pero había vuelto a nacer, y un nombre puede forjar de nuevo a una persona; porque se empieza por un nombre y luego se construye todo lo demás. Un nombre puede redefinirlo todo.
No había rastro alguno de arrugas en su rostro ni en sus palabras, la juventud se filtraba en el torrente sanguíneo, como antes lo había hecho la morfina, y un nuevo día comenzaba a clarear. Un comienzo tras un largo intermedio. Una oportunidad para cambiar el mundo, su mundo, nuestro mundo. Borrón y cuenta nueva.
Pero el destino, que si bien no rige los acontecimientos sí conoce sus entresijos, sabía que nada es tan sencillo como pasar página y comenzar de cero. El destino sabe que los cabos sin atar desembocan en nudos alrededor del cuello, que el peso del devenir termina por cerrar tarde o temprano. El pasado es de andares lentos pero constantes, y fluye en línea recta, mientras que el presente da vueltas y vueltas sobre sí mismo. Así, llega un momento en que pasado y presente cruzan sus caminos, y la realidad se distorsiona, tambaleándose, fluctuando, arrastrando los cadáveres de la memoria que exigen el justo pago por la afrenta del olvido.
Y cuando los nudos se cierran, y pasado y presente enfrentan sus miradas, y el universo fluctúa, se producen encuentros inesperados.
Etiquetas: Relatos
posted by Blue Devil's @ 16:09, ,
La Víspera del... I
miércoles, 29 de agosto de 2007
Morgan
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Solían llamarle Morgan, y le gustaba. Aun cuando no era su verdadero nombre, aun cuando fingía ser un hombre completamente distinto en un mundo diferente, donde podía conseguir cualquier cosa, donde podía campar a sus anchas. Le gustaba. Tenía plena convicción de que el nombre forjaba a la persona, no su pasado, no su presente ni su futuro, el nombre podía redefinirlo todo.
Lo supo cuando brotó de los labios de aquella mujer. Solo era una puta, y él se refugiaba del mundo bajo un sombrero de fieltro gris, y una gabardina, tratando de ocultar lo evidente.
- Tienes cara de llamarte Morgan - pronunció ella, mientras le abría la camisa para acariciar su torso, y un nuevo universo de posibilidades se abrió ante él.
No dejó que le quitara el sombrero ni la gabardina, ella tampoco insistió. El resto de su cuerpo desnudo se entregó por completo a las expertas manos de la ramera, y sus labios lo transportaron a una habitación en blanco y negro, donde el olor de los fluidos se mezclaba con el de otras sustancias. Era algo más que sexo, era un renacer.
A partir de esa noche, y cada noche, él era Morgan. Cuando se sentaba en la barra del bar y bebía pacientemente de la copa de bourbon, él era Morgan. Cuando tarareaba en voz queda a Viktoria Tolstoy, sin prestar atención a los parroquianos del burdel, él era Morgan. Cuando alguna puta se sentaba a su lado y él la contemplaba con aparente desinterés, era Morgan. Era Morgan cuando se acostaba con su fulana, sin quitarse la gabardina ni el sombrero. Era Morgan, y todos en el local lo sabían, aunque no supieran a ciencia cierta quién era en realidad, ni a qué se dedicaba. Lo respetaban porque era Morgan. Y Morgan no era cualquiera.
En ocasiones parecía escuchar, y sus silencios eran interpretados como sabios consejos. Otras respondía a las preguntas con vagas alusiones, y todos entendían que Morgan era un superviviente de la vida. Pero Morgan era, ante todo, un caballero a la antigua usanza. En las arrugas nacientes de su rostro se podían entrever historias de amor, peligro y aventuras, que nadie de aquel local llegaría nunca a experimentar. Nada más lejos de la realidad.
Muchas eran las leyendas que corrían entorno a Morgan, porque Morgan vestía un aura de misterio bajo aquella gabardina y su viejo sombrero, ahogándose cada noche en bourbon hasta que llegaba su puta. Entonces desaparecía y nadie volvía a verlo hasta la noche siguiente. Todos admiraban en secreto a Morgan, porque de alguna forma todos necesitamos un héroe.
Aquella noche Rachel no apareció, y tras apurar su décima copa de four roses, se dirigió a la salida. Había rechazado a todas las putas del local, no quería otra que no fuese Rachel, pero nadie supo explicarle porqué no había ido a trabajar. No había llamado ni había avisado la noche anterior, y el local estaba a punto de cerrar.
Por un instante se sintió indefenso. No podía existir Morgan sin Rachel, era el pilar sobre el que había construido su mundo, eran los brazos que lo acunaban noche tras noche, el pecho en que hundía su rostro para escapar de su absurda rutina, el abismo al que podía saltar para alcanzar las cotas más altas de un placer indescriptible. La forja del acero con que había recubierto su frágil alma, el reposo del guerrero que no era tal. Rachel era la madre de Morgan, su esposa, su amante, su diosa, su puta. Y él tuvo miedo. Miedo de regresar a noches vacías en un cuarto vacío, miedo de encontrar su reflejo en el otro extremo de una botella, miedo de morir para volver a ser él mismo. Pero, sobre todo, tuvo miedo de no volver a verla, porque en lo más profundo de su ser él la amaba.
- Señor... – Morgan se volvió hacia la barra -. Su sombrero, Señor – había dicho el barman, y percibió en los ojos del muchacho los síntomas de su propia debilidad.
Poco a poco su alterego se desmoronaba, sembrando de lamentable angustia los recovecos de su coraza. Recogió el sombrero, en un último esfuerzo por recobrar la compostura; se lo caló hondo, y salió a la calle con la cabeza bien alta. Una vez se hubo cerrado la puerta tras de sí, sintió cómo se derrumbaba por dentro, pero el orgullo no le permitió caer. Aún no. Todavía no. Volvería en busca de Rachel y no la dejaría marchar nunca más.
Cuando se recostó en el asiento del taxi Morgan ya no estaba, y Rachel era solo el nombre de una puta.
Lo supo cuando brotó de los labios de aquella mujer. Solo era una puta, y él se refugiaba del mundo bajo un sombrero de fieltro gris, y una gabardina, tratando de ocultar lo evidente.
- Tienes cara de llamarte Morgan - pronunció ella, mientras le abría la camisa para acariciar su torso, y un nuevo universo de posibilidades se abrió ante él.
No dejó que le quitara el sombrero ni la gabardina, ella tampoco insistió. El resto de su cuerpo desnudo se entregó por completo a las expertas manos de la ramera, y sus labios lo transportaron a una habitación en blanco y negro, donde el olor de los fluidos se mezclaba con el de otras sustancias. Era algo más que sexo, era un renacer.
A partir de esa noche, y cada noche, él era Morgan. Cuando se sentaba en la barra del bar y bebía pacientemente de la copa de bourbon, él era Morgan. Cuando tarareaba en voz queda a Viktoria Tolstoy, sin prestar atención a los parroquianos del burdel, él era Morgan. Cuando alguna puta se sentaba a su lado y él la contemplaba con aparente desinterés, era Morgan. Era Morgan cuando se acostaba con su fulana, sin quitarse la gabardina ni el sombrero. Era Morgan, y todos en el local lo sabían, aunque no supieran a ciencia cierta quién era en realidad, ni a qué se dedicaba. Lo respetaban porque era Morgan. Y Morgan no era cualquiera.
En ocasiones parecía escuchar, y sus silencios eran interpretados como sabios consejos. Otras respondía a las preguntas con vagas alusiones, y todos entendían que Morgan era un superviviente de la vida. Pero Morgan era, ante todo, un caballero a la antigua usanza. En las arrugas nacientes de su rostro se podían entrever historias de amor, peligro y aventuras, que nadie de aquel local llegaría nunca a experimentar. Nada más lejos de la realidad.
Muchas eran las leyendas que corrían entorno a Morgan, porque Morgan vestía un aura de misterio bajo aquella gabardina y su viejo sombrero, ahogándose cada noche en bourbon hasta que llegaba su puta. Entonces desaparecía y nadie volvía a verlo hasta la noche siguiente. Todos admiraban en secreto a Morgan, porque de alguna forma todos necesitamos un héroe.
Aquella noche Rachel no apareció, y tras apurar su décima copa de four roses, se dirigió a la salida. Había rechazado a todas las putas del local, no quería otra que no fuese Rachel, pero nadie supo explicarle porqué no había ido a trabajar. No había llamado ni había avisado la noche anterior, y el local estaba a punto de cerrar.
Por un instante se sintió indefenso. No podía existir Morgan sin Rachel, era el pilar sobre el que había construido su mundo, eran los brazos que lo acunaban noche tras noche, el pecho en que hundía su rostro para escapar de su absurda rutina, el abismo al que podía saltar para alcanzar las cotas más altas de un placer indescriptible. La forja del acero con que había recubierto su frágil alma, el reposo del guerrero que no era tal. Rachel era la madre de Morgan, su esposa, su amante, su diosa, su puta. Y él tuvo miedo. Miedo de regresar a noches vacías en un cuarto vacío, miedo de encontrar su reflejo en el otro extremo de una botella, miedo de morir para volver a ser él mismo. Pero, sobre todo, tuvo miedo de no volver a verla, porque en lo más profundo de su ser él la amaba.
- Señor... – Morgan se volvió hacia la barra -. Su sombrero, Señor – había dicho el barman, y percibió en los ojos del muchacho los síntomas de su propia debilidad.
Poco a poco su alterego se desmoronaba, sembrando de lamentable angustia los recovecos de su coraza. Recogió el sombrero, en un último esfuerzo por recobrar la compostura; se lo caló hondo, y salió a la calle con la cabeza bien alta. Una vez se hubo cerrado la puerta tras de sí, sintió cómo se derrumbaba por dentro, pero el orgullo no le permitió caer. Aún no. Todavía no. Volvería en busca de Rachel y no la dejaría marchar nunca más.
Cuando se recostó en el asiento del taxi Morgan ya no estaba, y Rachel era solo el nombre de una puta.
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posted by Blue Devil's @ 12:55, ,
La Víspera del Fin del Mundo
A modo de introducción
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Bueno, este es un relato que tenía aparcado por ahí, y no sé porqué me ha dado la vena de continuarlo... Digo "no sé porqué" porque no suele ser normal en mí continuar los relatos que dejo a medias (como alguno ya se habrá dado cuenta a estas alturas). El caso es que vamos a intentarlo, a ver si con vuestra ayuda consigo acabarlo. Iré posteando los capítulos que tengo revisados (cuatro, y breves los cuatro) durante estos días, para no soltarlos todos de golpe, y sabed que se admiten sugerencias e ideas. Todo es ostensible de ser modificado. Y cuando estén los cuatro listos para sentencia continuaré la historia ¿os parece?
Espero que entre todos podamos sacar algo en claro...
Espero que entre todos podamos sacar algo en claro...
Etiquetas: Relatos
posted by Blue Devil's @ 12:31, ,
Blog solidario
lunes, 27 de agosto de 2007
Y he aquí que con una botella de cava en la nevera y nada que celebrar me encuentro con esto, traido en volandas desde un Eclipse de Luna, y me pregunto "¿cabrá toda la botella en la copa?"
Muchas gracias, cielo... y no por el premio en sí, que quieras que no me ha hecho mucha ilusión, sino por seguir pasándote por aquí a leerme y dejarme tus comentarios (aunque actualice menos de lo que debería :P) Y estas gracias las hago extensibles a todos los que me leéis y dejáis vuestro granito de arena, que sois pocos pero bien avenidos. A veces me siento un poco culpable por no escribir más, y también por no acabar las historias que empiezo, pero es lo que tiene poseer un 150% de C.I. (C.I. = Cabrón Inconstante) Soy géminis, no puedo evitarlo ;) También es verdad que este blog es diferente, no tiene nada que ver con mi pasado bloggero, y lo cierto es que, de no ser por vosotros, estoy seguro de que escribiría aun menos, así que en cierta manera es culpa vuestra que este rincón continue abierto (y no sabéis lo mucho que me alegra).
Ahora, tras el discurso de rigor, se supone que debo seguir las reglas, así que ahí vamos.
Quienes reciben este premio deben seguir estas instrucciones:
- Escribir un post mostrando el PREMIO, citar el nombre del blog que te lo regala, y enlazarlo al post que te nombra (de esta manera se podrá seguir la cadena).
- Elegir un mínimo de 7 blogs que creas que se han destacado alguna vez por ayudar, apoyar, y compartir. Poner sus nombres y los enlaces a ellos. (Avisarles).
- Opcional. Exhibir el PREMIO con orgullo en tu blog, haciendo enlace al post que escribes sobre él y lo otorgas a otros.
Houston, tenemos un problema... a ver a quién nomino yo ahora que no esté galardonado ya...
Cruza la puerta: El blog de Merche, un encanto de mujer y un encanto de blog.
La peau de chagrin: Aunque el bueno de Raphael ande desaparecido últimamente, no puedo dejar de otorgarle este premio.
Shadows of melancholy: A mi gótica favorita, que siempre tiene la manía de venir cuando no estoy :P
A sangre fría: Adoro el sarcasmo de Corpi, y lo peor (o lo mejor) es que dice verdades como puños.
Un petit coin de choses: Aunque conocí recientemente este blog, se encuentra entre mis favoritos. Si lo visitáis veréis por qué.
Ni en blanco ni en botella: Caos es como yo, se prodiga poco... pero cuando lo hace da gusto.
Black Hole: Este sin duda uno de mis blogs favoritos, y os preguntaréis "¿por qué no lo tienes agregado?" y os responderé "cosas mías" ;) Visitadlo, creedme, no os arrepentiréis.
Evanescente: Y por último y no por ello menos importante... Dudu. Aunque colgar este enlace aquí pueda suponer un pequeño riesgo para mí... pero si alguien se merece este premio es ella.
Bueno, pues ya está... no ha sido tan difícil. Ahora solo tengo que avisaros a todos... pero lo haré dentro de un rato.
Un abrazo!!
Edito esta entrada para mandarle un abrazo a Vanmar (Sogni di Farfalla) por dedicarme otro premio de estos, y por las cosas tan lindas que ha dicho de mí. Cielo, eso no se hace... que uno es altamente sensible a los halagos :) Muchas gracias :)
Edito esta entrada para mandarle un abrazo a Gambutrol (A mi manera) por acordarse de mí con otro de estos premios, que en serio no creo que me merezca tantos. Pero muchas gracias también :)
Cruza la puerta: El blog de Merche, un encanto de mujer y un encanto de blog.
La peau de chagrin: Aunque el bueno de Raphael ande desaparecido últimamente, no puedo dejar de otorgarle este premio.
Shadows of melancholy: A mi gótica favorita, que siempre tiene la manía de venir cuando no estoy :P
A sangre fría: Adoro el sarcasmo de Corpi, y lo peor (o lo mejor) es que dice verdades como puños.
Un petit coin de choses: Aunque conocí recientemente este blog, se encuentra entre mis favoritos. Si lo visitáis veréis por qué.
Ni en blanco ni en botella: Caos es como yo, se prodiga poco... pero cuando lo hace da gusto.
Black Hole: Este sin duda uno de mis blogs favoritos, y os preguntaréis "¿por qué no lo tienes agregado?" y os responderé "cosas mías" ;) Visitadlo, creedme, no os arrepentiréis.
Evanescente: Y por último y no por ello menos importante... Dudu. Aunque colgar este enlace aquí pueda suponer un pequeño riesgo para mí... pero si alguien se merece este premio es ella.
Bueno, pues ya está... no ha sido tan difícil. Ahora solo tengo que avisaros a todos... pero lo haré dentro de un rato.
Un abrazo!!
Edito esta entrada para mandarle un abrazo a Vanmar (Sogni di Farfalla) por dedicarme otro premio de estos, y por las cosas tan lindas que ha dicho de mí. Cielo, eso no se hace... que uno es altamente sensible a los halagos :) Muchas gracias :)
Edito esta entrada para mandarle un abrazo a Gambutrol (A mi manera) por acordarse de mí con otro de estos premios, que en serio no creo que me merezca tantos. Pero muchas gracias también :)
Etiquetas: Freaks and Chips
posted by Blue Devil's @ 21:46, ,
New Rock
sábado, 18 de agosto de 2007
Esto me recuerda un poco al meme aquel de los zapatos... pero no se trata de nada de eso. Veréis, todo empezó ayer a las tres de la tarde, salí de trabajar con dos compañeros y nos fuimos a tomar una caña al bar de enfrente. La caña se convirtió en otra caña, después en una tercera con una ración de oreja a la plancha, luego otra para hacer boca, luego otra más con otra racioncita de choricitos, una más porque nos lo hemos ganao... ya sabéis cómo funcionan estas cosas. El caso es que salimos del bar como dos horas y pico más tarde, y nos fuimos a casa. Lo bueno que tiene mi trabajo con respecto a mi casa es que están al lado, vamos, que tardo diez minutos andando, así que a la puerta del bar nos separamos y emprendí mi camino, feliz y notablemente afectado.
Como sabréis, el alcohol deshinibe nuestros más sórdidos instintos, y el mío es un deseo consumista inaplacable... no lo puedo evitar. Pasé junto a una de las muchas tiendas de zapatos que hay en mi barrio, y me detuve en el escaparate. Probablemente sea la única tienda en toda la avenida que tiene botas New Rock, y uno de mis anhelos siempre ha sido tener un par de esas botas.
¿Qué tienen de especial? Para empezar son caras. Muy caras. Se trata de unas botas asociadas a culturas underground, debido a su estética y tamaño, sin embargo, también son sinónimo de moda y calidad. New Rock sorprende por sus diseños exagerados, vanguardistas, y en cierta medida "pijos", teniendo en cuenta que es la marca de calzado más vestida por metaleros, góticos, visuals, punks, rockers, etc... Uno podría decir que está comprando una imagen, y en cierto modo es así, pero bajo toda esa imagen se encuentra un calzado de mucha calidad, robusto a la par que flexible, fabricado con materiales sumamente duraderos... Una de sus principales características, de hecho, es su larga duración, hay quien dice (no sé hasta qué punto es cierto) que unas New Rock bien cuidadas pueden durarte hasta diez años...
A lo que iba. Allí estaban mis New Rock. Yo siempre había imaginado tener unas botas altas, de esas que le llegan a uno hasta las rodillas, con cientos de hebillas y adornos, pero los botines del escaparate, con su diseño minimalista (para ser New Rock, evidentemente) encajaban perfectamente con mi estilo. Al final, y esto lo sé por experiencia, los botines me resultan más cómodos que las botas, el hecho de llevar tan pocos adornos permite que uno pueda vestir las botas en un mayor número de situaciones (y combinarlas con distintos tipos de ropa sin desentonar), y además suelen ser más baratas. Así que allá que fui, decidido, a preguntar el precio de los botines, aunque estaba casi seguro de que saldría de la tienda con ellos. Cual fue mi sorpresa al descubrir que estaban rebajados casi un 50% por estar fuera de temporada, por ser agosto, porque a partir de cierta fecha van rebajando poco a poco ese tipo de calzado, porque solo quedan pares sueltos, etc... y casualmente uno de los dos pares que quedaban eran de mi número (lo sé porque quise probarme una talla menor y no tenían).
Y así salí de la tienda, con mis nuevas botas de la mano (en una bolsa, se entiende), tras haber charlado un rato con la dependienta acerca de botas y zapatos (aún no me explico cómo fui capaz de intercambiar cuatro palabras teniendo en cuenta mi agradable aliento a cerveza y mi estado etílico) y más contento que un niño con zapatos nuevos, o con botas, en este caso. Y como me moría de ganas de estrenarlas, pero ayer no estaba yo para muchos trotes, hoy me las he traido al trabajo. Es sábado, no hay nadie, y puedo permitirme ciertas liciencias.
P.D.- Ya sé que este post puede resultar un poco... dejémoslo en fuera de lo común, pero qué queréis que os diga, soy así.
Como sabréis, el alcohol deshinibe nuestros más sórdidos instintos, y el mío es un deseo consumista inaplacable... no lo puedo evitar. Pasé junto a una de las muchas tiendas de zapatos que hay en mi barrio, y me detuve en el escaparate. Probablemente sea la única tienda en toda la avenida que tiene botas New Rock, y uno de mis anhelos siempre ha sido tener un par de esas botas.
¿Qué tienen de especial? Para empezar son caras. Muy caras. Se trata de unas botas asociadas a culturas underground, debido a su estética y tamaño, sin embargo, también son sinónimo de moda y calidad. New Rock sorprende por sus diseños exagerados, vanguardistas, y en cierta medida "pijos", teniendo en cuenta que es la marca de calzado más vestida por metaleros, góticos, visuals, punks, rockers, etc... Uno podría decir que está comprando una imagen, y en cierto modo es así, pero bajo toda esa imagen se encuentra un calzado de mucha calidad, robusto a la par que flexible, fabricado con materiales sumamente duraderos... Una de sus principales características, de hecho, es su larga duración, hay quien dice (no sé hasta qué punto es cierto) que unas New Rock bien cuidadas pueden durarte hasta diez años...
A lo que iba. Allí estaban mis New Rock. Yo siempre había imaginado tener unas botas altas, de esas que le llegan a uno hasta las rodillas, con cientos de hebillas y adornos, pero los botines del escaparate, con su diseño minimalista (para ser New Rock, evidentemente) encajaban perfectamente con mi estilo. Al final, y esto lo sé por experiencia, los botines me resultan más cómodos que las botas, el hecho de llevar tan pocos adornos permite que uno pueda vestir las botas en un mayor número de situaciones (y combinarlas con distintos tipos de ropa sin desentonar), y además suelen ser más baratas. Así que allá que fui, decidido, a preguntar el precio de los botines, aunque estaba casi seguro de que saldría de la tienda con ellos. Cual fue mi sorpresa al descubrir que estaban rebajados casi un 50% por estar fuera de temporada, por ser agosto, porque a partir de cierta fecha van rebajando poco a poco ese tipo de calzado, porque solo quedan pares sueltos, etc... y casualmente uno de los dos pares que quedaban eran de mi número (lo sé porque quise probarme una talla menor y no tenían).
Y así salí de la tienda, con mis nuevas botas de la mano (en una bolsa, se entiende), tras haber charlado un rato con la dependienta acerca de botas y zapatos (aún no me explico cómo fui capaz de intercambiar cuatro palabras teniendo en cuenta mi agradable aliento a cerveza y mi estado etílico) y más contento que un niño con zapatos nuevos, o con botas, en este caso. Y como me moría de ganas de estrenarlas, pero ayer no estaba yo para muchos trotes, hoy me las he traido al trabajo. Es sábado, no hay nadie, y puedo permitirme ciertas liciencias.
P.D.- Ya sé que este post puede resultar un poco... dejémoslo en fuera de lo común, pero qué queréis que os diga, soy así.
Etiquetas: Freaks and Chips
posted by Blue Devil's @ 7:57, ,
Anybody seen my baby
miércoles, 15 de agosto de 2007
Hubo una vez una chica, creo que se llamaba Irene, no sé... me ha venido ese nombre a la cabeza, así que supongo que será. Mis primos habían venido a casa a pasar un par de días, estaban de paso, y con ellos vino Irene. No recuerdo muy bien qué años teníamos, quince, pudiera ser que diecisiete, el caso es que era amiga de mi prima.
Era una chica más bien tímida, hablaba poco, no se despegaba de Yolanda (Yolanda... siempre me gustó ese nombre. Incluso una vez estuve liado con una tal Yolanda... era géminis... e informática... Eva solía decir: "¡qué bien! ¡cuatro en una cama!"... en fin, que me lío), y recuerdo que era diabética. Mi hermano y yo fuimos ese fin de semana a dormir a casa de nuestra abuela, y al día siguiente bajé algo de sacarina para el desayuno. Ya sabéis, esos detalles tontos que luego resultan ser importantes... a partir de ese instante no se despegaba de mi.
No pudimos estar solos en ningún momento, recuerdo que mis padres no me dejaron irme con ellos... (hoy por hoy y sabiendo lo que sé no me extraña, pero aunque aludiesen razones que hoy sí tienen peso, da igual... siempre han hecho lo mismo. Si por mi madre fuera estaría atado a los pies de la cama. Y luego la gente se extraña de que me fuera de casa y acabase durmiendo en un sofá... pero esa es otra historia. Me pregunto si no me veré algún día contándole todo esto a un psicoanalista...) El caso es que llegó la despedida, siempre llegan, son inevitables, son odiosas... y se me daban terriblemente bien. No sé, tal vez sea por mi carácter, por mi aficción a la ambientación del cine y la novela negra, a esos personajes solitarios y seguros de sí mismos como los que interpretaba Bogart, quizás sea que siempre tenía la palabra adecuada en el momento más oportuno (no como ahora, que tengo la palabra menos oportuna en el momento más inadecuado)
Puedo visualizar la escena casi con todo lujo de detalles: estábamos junto al coche, mi padre ayudaba a mi primo a meter las maletas, la novia de mi primo se despedía de mi madre, mi prima Yoli se despedía de mi hermano, e Irene y yo nos contemplamos largo rato. La tomé de la cintura, ella me miró a los ojos, me daba vergüenza besarla delante de todo el mundo, pero la abracé lo más fuerte que pude. Mis primos estaban subiéndose al coche y ella me preguntó: "¿Nos volveremos a ver?" y yo respondí sin dejar de mirarla: "Dalo por hecho". La besé cálidamente en la mejilla, ella me devolvió el beso con timidez, y nos separamos...
En aquella época yo solía subirme de vez en cuando a la cabina de un garito a poner algunas caciones, esa noche fui y puse esta canción:
No volví a ver a Irene nunca más. Un par de años después visité a mis primos en Asturias y le pregunté a mi prima por ella, me dijo que se habían enfadado y llevaban año y pico sin hablarse. Cosas que pasan...
En cuanto a la canción, hoy por hoy no suelo escucharla mucho, solo de vez en cuando, pero siempre que lo hago me acuerdo de ella, de aquella época, de la inocencia, de las miradas enfrentadas, de los abrazos disimulados y los susurros, de Bogart, del agridulce sabor de las despedidas... y sonrío. Sonrío porque algunas historias no necesitan de un beso o un reencuentro para perdurar en el tiempo, basta tan solo una promesa y una canción para recordarlas toda la vida.
Era una chica más bien tímida, hablaba poco, no se despegaba de Yolanda (Yolanda... siempre me gustó ese nombre. Incluso una vez estuve liado con una tal Yolanda... era géminis... e informática... Eva solía decir: "¡qué bien! ¡cuatro en una cama!"... en fin, que me lío), y recuerdo que era diabética. Mi hermano y yo fuimos ese fin de semana a dormir a casa de nuestra abuela, y al día siguiente bajé algo de sacarina para el desayuno. Ya sabéis, esos detalles tontos que luego resultan ser importantes... a partir de ese instante no se despegaba de mi.
No pudimos estar solos en ningún momento, recuerdo que mis padres no me dejaron irme con ellos... (hoy por hoy y sabiendo lo que sé no me extraña, pero aunque aludiesen razones que hoy sí tienen peso, da igual... siempre han hecho lo mismo. Si por mi madre fuera estaría atado a los pies de la cama. Y luego la gente se extraña de que me fuera de casa y acabase durmiendo en un sofá... pero esa es otra historia. Me pregunto si no me veré algún día contándole todo esto a un psicoanalista...) El caso es que llegó la despedida, siempre llegan, son inevitables, son odiosas... y se me daban terriblemente bien. No sé, tal vez sea por mi carácter, por mi aficción a la ambientación del cine y la novela negra, a esos personajes solitarios y seguros de sí mismos como los que interpretaba Bogart, quizás sea que siempre tenía la palabra adecuada en el momento más oportuno (no como ahora, que tengo la palabra menos oportuna en el momento más inadecuado)
Puedo visualizar la escena casi con todo lujo de detalles: estábamos junto al coche, mi padre ayudaba a mi primo a meter las maletas, la novia de mi primo se despedía de mi madre, mi prima Yoli se despedía de mi hermano, e Irene y yo nos contemplamos largo rato. La tomé de la cintura, ella me miró a los ojos, me daba vergüenza besarla delante de todo el mundo, pero la abracé lo más fuerte que pude. Mis primos estaban subiéndose al coche y ella me preguntó: "¿Nos volveremos a ver?" y yo respondí sin dejar de mirarla: "Dalo por hecho". La besé cálidamente en la mejilla, ella me devolvió el beso con timidez, y nos separamos...
En aquella época yo solía subirme de vez en cuando a la cabina de un garito a poner algunas caciones, esa noche fui y puse esta canción:
No volví a ver a Irene nunca más. Un par de años después visité a mis primos en Asturias y le pregunté a mi prima por ella, me dijo que se habían enfadado y llevaban año y pico sin hablarse. Cosas que pasan...
En cuanto a la canción, hoy por hoy no suelo escucharla mucho, solo de vez en cuando, pero siempre que lo hago me acuerdo de ella, de aquella época, de la inocencia, de las miradas enfrentadas, de los abrazos disimulados y los susurros, de Bogart, del agridulce sabor de las despedidas... y sonrío. Sonrío porque algunas historias no necesitan de un beso o un reencuentro para perdurar en el tiempo, basta tan solo una promesa y una canción para recordarlas toda la vida.
Etiquetas: Lios de faldas
posted by Blue Devil's @ 22:07, ,
Persiguiendo a Amy
viernes, 3 de agosto de 2007
Esta noche me he visto envuelto en un cruce de navajas con la realidad, que me ha hecho remontarme a hace mucho tiempo, recordar algunas viejas historias, y replantearme muchas cosas. Hablaba por internet con una buena enemiga, y por alguna razón surgió el tema del amor, de en qué consiste enamorarse, o confundir el amor con... otros sentimientos. Me dijo que solo se había enamorado dos veces en su vida, yo respondí que no estaba seguro de si lo mio había sido amor o un ataque furtivo de gastroenteritis. Ambos nos reimos.
Se llamaba Vanesa - le dije-, tenía catorce años, y una melena morena preciosa - Ah, el primer amor... - se rió-. ¿Fué tu chica alguna vez? - y sin lugar a dudas respondí que no. Ella bromeó con que con mi vida podría hacerse una película... Entonces, sin darme apenas cuenta, empecé a hablar de Bea.
Tendríamos dieciséis o diecisiete años y hacíamos una pareja perfecta, pese a ser únicamente amigos. No solíamos quedar puesto que siempre andábamos por los mismos bares. Nos encontrábamos y hablábamos, conectábamos, existía química.
Una noche ella me miró a los ojos y me dijo: Dani, te gusta una chica, y yo respondí que sí. ¿La conozco?, me preguntó, y le dije: Es posible. Ella no quiso insistir más.
Unas semanas después me preguntó: ¿Aún no le has dicho nada a esa chica?, y yo respondí que no. Me preguntó por qué, y yo le respondí que tenía miedo de que al decirle algo perdiera lo que ya tenía. Ella me dijo que a veces, en la vida, hay que arriesgarse.
Pasó el tiempo, sucedieron muchas cosas, y Bea y yo nos perdimos la pista. Unos meses más tarde yo andaba con una, y Bea salía con otro. Nos encontramos en el mismo bar de antaño, y como ocurría siempre, nos quedamos solos en un rincón. Me preguntó qué tal con la golfa con la que estaba, las noticias vuelan en un sitio tan pequeño, y yo le expliqué que apenas llevábamos dos días y ya sabía que andaba con otros siete tíos más, así que iba a cortar por lo sano.
Entonces, de forma totalmente inesperada, me dijo: Aun sigue gustándote aquella chica, y no le dijiste nada. De repente lo comprendí todo y como un idiota solo supe responder: Sí. Pero ya es tarde ¿verdad?. Ella enterró su mirada en mis ojos, como solía hacerlo, y murmuró: Sí, Dani. Ya es tarde.
No volví a ver a Bea en mucho tiempo. Es curioso como el tiempo y la distancia pueden llegar a romper algunos vínculos, y sin embargo no borra sus huellas en nuestros recuerdos. La química que había entre los dos es algo que apenas he podido rozar con muy pocas personas, pero algunos trenes se quedan en la estación y otros irremediablemente pasan... Dejé pasar ese tren, no sé qué habría sido de mi de haberlo tomado, tal vez me hubiese roto el corazón al cabo de un tiempo, pero aun hoy me asalta la duda del qué habría pasado. Ahora miro de atrás adelante y me pregunto si no habré estado persiguiendo a Amy todo este tiempo. No tengo respuesta.
"Persigues a Amy (...) Yo pasé por algo parecido a lo que cuentas hace un par de años, se llamaba Amy. (...) Veréis, Amy y yo éramos inseparables, ¿vale?, vivíamos el gran romance. A los cuatro meses yo metí el remo y empecé a preguntarle por su exnovio. Ya se sabe, una jugada tonta, no quieres saberlo pero... tienes que saberlo. Es una de esas chorradas estúpidas de tío. Entonces ella empezó a hablar de él. Me contó cómo se enamoraron, que salieron durante dos años, que fueron a vivir juntos, que su madre me prefería a mí y bla blablabla blablabla blablabla, y yo tranquilo. Pero entonces soltó la bomba, y la bomba es ésta: Al parecer en un par de ocasiones, cuando empezaban a salir, él se trajo a alguien a la cama. “Menaix a truà”, creo que se llama. Eso me fundió los cables, ¿entiendes? No estoy acostumbrado a esa clase de cosas. Me educaron en un colegio católico. (...) Bueno, yo me quedé hecho una mierda y empecé a machacarla. Como no sabía afrontar lo que sentía creí que lo mejor era llamarle golfa y decirle que la utilizaron, tenía sed de sangre, realmente quería herir a esa chica. Le dije ¿pero cuál es tu jodido problema? Y ella intentó controlarse y decirme que fue en ese momento, en ese lugar y que no creía que debiera pedir disculpas porque no sentía que hubiera hecho nada malo. Yo dije ¿de verdad? Luego la miré a los ojos y dije: Se acabó. Y me largué. (...) Fue un error. No estaba enfadado con ella, estaba asustado. En ese momento me sentí pequeño, como si me faltara experiencia, como si nunca fuera a estar a su nivel, como si nunca fuera a ser bastante para ella, ¿me entiendes? Pero lo que no comprendí es que eso le daba igual. Ya no estaba buscando a ese tío, me estaba buscando a mí. Buscaba a Bob. Pero cuando llegué a comprender todo eso... ya era tarde, ella se había ido. Y todo lo que me quedó fue un ogullo estúpido que luego dió paso al arrepentimiento. Sí, ella era la chica, ahora lo sé. Pero yo la eché de mi lado. Y desde entonces me paso los días persiguiendo a Amy."
Persiguiendo a Amy
Año: 1997
Director: Kevin Smith
Guión: Kevin Smith
Música: David Pirner
Reparto: Ben Affleck, Joey Lauren Adams, Jason Lee, Dwight Ewell, Jason Mewes, Matt Damon
Sinopsis: Holden Mcneal (Ben Affleck) es un dibujante de cómics que junto a su fiel amigo Banky (Jason Lee) realiza la exitosa novela gráfica "Bluntman & Chronic". Cierto día le presentarán a Alyssa (Joey Lauren Adams), también dibujante de la que quedará prendada hasta que descubra que es lesbiana. Se enfrentará entonces a un amor practicamente imposible a lo que habrá de sumarse las reticencias de su mejor amigo y colaborador.
Se llamaba Vanesa - le dije-, tenía catorce años, y una melena morena preciosa - Ah, el primer amor... - se rió-. ¿Fué tu chica alguna vez? - y sin lugar a dudas respondí que no. Ella bromeó con que con mi vida podría hacerse una película... Entonces, sin darme apenas cuenta, empecé a hablar de Bea.
Tendríamos dieciséis o diecisiete años y hacíamos una pareja perfecta, pese a ser únicamente amigos. No solíamos quedar puesto que siempre andábamos por los mismos bares. Nos encontrábamos y hablábamos, conectábamos, existía química.
Una noche ella me miró a los ojos y me dijo: Dani, te gusta una chica, y yo respondí que sí. ¿La conozco?, me preguntó, y le dije: Es posible. Ella no quiso insistir más.
Unas semanas después me preguntó: ¿Aún no le has dicho nada a esa chica?, y yo respondí que no. Me preguntó por qué, y yo le respondí que tenía miedo de que al decirle algo perdiera lo que ya tenía. Ella me dijo que a veces, en la vida, hay que arriesgarse.
Pasó el tiempo, sucedieron muchas cosas, y Bea y yo nos perdimos la pista. Unos meses más tarde yo andaba con una, y Bea salía con otro. Nos encontramos en el mismo bar de antaño, y como ocurría siempre, nos quedamos solos en un rincón. Me preguntó qué tal con la golfa con la que estaba, las noticias vuelan en un sitio tan pequeño, y yo le expliqué que apenas llevábamos dos días y ya sabía que andaba con otros siete tíos más, así que iba a cortar por lo sano.
Entonces, de forma totalmente inesperada, me dijo: Aun sigue gustándote aquella chica, y no le dijiste nada. De repente lo comprendí todo y como un idiota solo supe responder: Sí. Pero ya es tarde ¿verdad?. Ella enterró su mirada en mis ojos, como solía hacerlo, y murmuró: Sí, Dani. Ya es tarde.
No volví a ver a Bea en mucho tiempo. Es curioso como el tiempo y la distancia pueden llegar a romper algunos vínculos, y sin embargo no borra sus huellas en nuestros recuerdos. La química que había entre los dos es algo que apenas he podido rozar con muy pocas personas, pero algunos trenes se quedan en la estación y otros irremediablemente pasan... Dejé pasar ese tren, no sé qué habría sido de mi de haberlo tomado, tal vez me hubiese roto el corazón al cabo de un tiempo, pero aun hoy me asalta la duda del qué habría pasado. Ahora miro de atrás adelante y me pregunto si no habré estado persiguiendo a Amy todo este tiempo. No tengo respuesta.
"Persigues a Amy (...) Yo pasé por algo parecido a lo que cuentas hace un par de años, se llamaba Amy. (...) Veréis, Amy y yo éramos inseparables, ¿vale?, vivíamos el gran romance. A los cuatro meses yo metí el remo y empecé a preguntarle por su exnovio. Ya se sabe, una jugada tonta, no quieres saberlo pero... tienes que saberlo. Es una de esas chorradas estúpidas de tío. Entonces ella empezó a hablar de él. Me contó cómo se enamoraron, que salieron durante dos años, que fueron a vivir juntos, que su madre me prefería a mí y bla blablabla blablabla blablabla, y yo tranquilo. Pero entonces soltó la bomba, y la bomba es ésta: Al parecer en un par de ocasiones, cuando empezaban a salir, él se trajo a alguien a la cama. “Menaix a truà”, creo que se llama. Eso me fundió los cables, ¿entiendes? No estoy acostumbrado a esa clase de cosas. Me educaron en un colegio católico. (...) Bueno, yo me quedé hecho una mierda y empecé a machacarla. Como no sabía afrontar lo que sentía creí que lo mejor era llamarle golfa y decirle que la utilizaron, tenía sed de sangre, realmente quería herir a esa chica. Le dije ¿pero cuál es tu jodido problema? Y ella intentó controlarse y decirme que fue en ese momento, en ese lugar y que no creía que debiera pedir disculpas porque no sentía que hubiera hecho nada malo. Yo dije ¿de verdad? Luego la miré a los ojos y dije: Se acabó. Y me largué. (...) Fue un error. No estaba enfadado con ella, estaba asustado. En ese momento me sentí pequeño, como si me faltara experiencia, como si nunca fuera a estar a su nivel, como si nunca fuera a ser bastante para ella, ¿me entiendes? Pero lo que no comprendí es que eso le daba igual. Ya no estaba buscando a ese tío, me estaba buscando a mí. Buscaba a Bob. Pero cuando llegué a comprender todo eso... ya era tarde, ella se había ido. Y todo lo que me quedó fue un ogullo estúpido que luego dió paso al arrepentimiento. Sí, ella era la chica, ahora lo sé. Pero yo la eché de mi lado. Y desde entonces me paso los días persiguiendo a Amy."
Persiguiendo a Amy
Año: 1997
Director: Kevin Smith
Guión: Kevin Smith
Música: David Pirner
Reparto: Ben Affleck, Joey Lauren Adams, Jason Lee, Dwight Ewell, Jason Mewes, Matt Damon
Sinopsis: Holden Mcneal (Ben Affleck) es un dibujante de cómics que junto a su fiel amigo Banky (Jason Lee) realiza la exitosa novela gráfica "Bluntman & Chronic". Cierto día le presentarán a Alyssa (Joey Lauren Adams), también dibujante de la que quedará prendada hasta que descubra que es lesbiana. Se enfrentará entonces a un amor practicamente imposible a lo que habrá de sumarse las reticencias de su mejor amigo y colaborador.
Etiquetas: Lios de faldas
posted by Blue Devil's @ 4:15, ,